El primer día en el desierto fue una locura. Me desperté tras dormir apenas 3-4 horas porque sentía que había descansado lo suficiente. Cuando me levanté, me sentí completamente fuera de lugar. No era consciente de dónde estaba. Salí de la habitación, y en seguida me vino la familia a presentarse y a ofrecerme desayuno. Comí poco, pero he de decir que estaba muy rico. Durante el día conocí a la familia, anduvimos por los alrededores y me explicaron cómo viviría durante los próximos nueve días. También nos contaron que íbamos a tener un par de excursiones más adelante. Recuerdo cómo la gente se extrañaba de ver a una niña que no fuese local. Los niños flipaban conmigo y con mi ropa. También tuvimos otro handicap: el idioma. No todo el mundo entendía español o inglés, por lo que muchas veces tuvimos que comunicarnos con gestos. Recuerdo cómo en los primeros días hice buenas migas con los niños. Les enseñé a jugar al volleyball, ya que tenían un balón y una cuerda en la que tendían. Me im...
Por un rincón con una escritura diferente