Vivimos buscando la receta de la felicidad pero en cuanto algo cambia, o algo no planeado ocurre, en seguida nos afecta. A veces queremos adelantar demasiado en nuestro día a día, ya sea por trabajo, estudios, relaciones, discusiones... pero nos estancamos en el camino. Otras veces, nos dejamos llevar por la situación en la que nos encontramos o por las personas de alrededor, e incluso nos llegamos a parar por completo por no ser el centro de atención y nos podemos llegar a volver invisibles. Luego nos puede entrar miedo a la soledad, miedo a la falta de afecto, miedo al cambio.
Pero, ¿qué es lo correcto?. No creo que haya algo correcto. Simplemente, la felicidad viene de respetar tu cuerpo y escucharlo en todo momento. Él te dirá cuándo parar y cuándo estar al 200%, pero si nos forzamos, de nada sirve. Tenemos que aprender a respetarnos, querernos y escucharnos en cada momento. La comunicación con el cuerpo es la más importante que existe, porque si nosotrxs no nos sentimos bien y no nos entendemos bien, el resto de personas lo ve y lo nota, y aunque lleves puesta una mascara con una sonrisa para no preocupar a la gente de tu alrededor, o intentes ayudarlas y hacerles ver que no te pasa nada, al final llega un punto en el que la bomba crece y la mierda necesita salir. Por eso también muchas veces tendemos a explotar con las personas que más confianza tenemos. Porque tenemos miedo de no ser escuchadxs.
Pero quédate con ésta pregunta: ¿Yo me escucho?
Pero quédate con ésta pregunta: ¿Yo me escucho?
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