A veces el mejor viaje de tu vida no se define por su
preparación y la ilusión puesta sobre él. Puede verse alterado por las inesperadas
vivencias y situaciones encontradas mientras se cumple la ruta anteriormente
trazada en un mapa con un lápiz. Es fácil pensar que las ansias de viajar a
cierto sitio y conseguirlo se convertirán en un sueño hecho realidad y será
inolvidable. Pero todo tiene su inicio y su final, con todo lo que ocurre de
por medio. Como bien canta Vetusta
Morla en su canción Copenhague, “dejarse llevar suena demasiado bien. Jugar al azar;
nunca saber dónde puedes terminar, o empezar”.
No existe el viaje perfecto 100% organizado y teniendo
que seguir una lista o un cronograma limitado. No poder completar un horario
puede traer frustración, y,
por consiguiente, no disfrutarlo como se merece. Un viaje turístico puede
convertirse en espiritual, y al revés. La riqueza cultural de un país
subdesarrollado puede ser mayor que una ciudad con rascacielos, monumentos
históricos o reconocimientos. Sin ir más lejos, África tiene muchos lugares
económicamente “pobres”, pero culturalmente ricos. Viajemos al desierto del
Sahara, a un campo de refugiados llamado El Aaiún.
Vivir en una pobreza feliz es difícil. Criar a toda la
familia en situación de miseria es complicado. Tener que recorrer más de 2km
para ir a las tiendas, pedir ayuda para acudir al hospital o que los niños que
puedan ir a la escuela tengan que andar casi 2h, es duro. Es lo que se ve
diariamente en El Aaiún. Familias sufriendo porque no llegan a fin de mes. Un
camión que llega con agua dos veces al mes (con suerte), y les llena un bidón
de unos 50L a cada casa. Con esa cantidad tendrán que cocinar, hidratarse,
hacer sus necesidades y lavar la ropa hasta nueva recarga. La comida se puede
conseguir en el mercado, pero es muy cara para la situación económica de los
refugiados. Un camión llega de vez en cuando desde el FESBAL (Federación
Española de Bancos de Alimentos). De toda esa comida, se destina una parte a cada
familia. Con ello tendrán que subsistir hasta que llegue el siguiente reparto.
Las mujeres salen siempre a la calle acompañadas de un
varón, independientemente de su edad. De no ser así, corren un grave peligro.
Se dirigen al mercado para comprar telas y maquillaje para los ojos, para pasear,
visitar a una amiga, ir a cumpleaños, bodas o entierros... Mientras tanto, se
ve a niños jugando al pillapilla mientras corren descalzos por las piedras.
Casas destruidas por las lluvias torrenciales que destrozan las casas de adobe cada
invierno. Pese a todo, la cara de felicidad continua, o porque no están en
guerra, o porque la familia está al completo en casa. Si tuviera que elegir una
canción para describir su punto de vista con relación a cómo viven la vida,
sería “Gracias” de Despistaos.
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