Imagínate ser un estudiante joven que ha terminado sus estudios recientemente. Es una persona a la que la crisis del coronavirus le ha impactado en abundancia, sobre todo en cuanto a enfermedades mentales. Pero realmente no sabe qué le pasa porque no tiene los medios suficientes para ello.
Cuando entras en la universidad te lo venden como si después fueses a encontrar un buen trabajo con unas buenas condiciones e inmediatamente después de conseguir el título. Pero esto no puede estar más lejos de la realidad. Entras en un espacio-tiempo de no saber si seguir estudiando o intentar buscar un trabajo.
Existe esa dualidad entre querer hacer algo pero no saber el qué, porque quizá puedes asegurarte una plaza para estudiar aunque no te haga ni pizca de gracia e ilusión. Pero igual si decides buscar trabajo, te pasas un año o más en el intento y te conviertes en una persona 'nini' de esas.
También está el problema de, quienes han estado en casa de su familia querer ir para descubrir sitios nuevos y vivir la aventura de la libertad y autonomía, y quienes deben volver a casa porque no les queda más dinero en la cuenta corriente para permitirse vivir otro año fuera de ella.
Estos bandos aumentan con la imposibilidad de conseguir trabajo por las diversas condiciones de las empresas: experiencia de 3 a 5 años en el sector, necesidad de idiomas, permiso de conducir y coche, disponibilidad completa, etc.
¿Estudiar y trabajar al mismo tiempo? Un lujo que, por horarios, pocos lo consiguen. Como puede ser mi caso, que algunos días solo paro en casa para comer y luego volver a las 19:00h. ¿Cuándo trabajo?
Es una encrucijada que no ayuda a disminuir la incertidumbre a la hora de pensar en un futuro cercano. Da miedo e incluso pánico comparar el punto actual con cómo te gustaría estar dentro de unos meses. Hasta que esa incertidumbre te quita, a veces, hasta el sueño.
Es una breve reflexión para ustedes, que podrán sentirse o no identificados con lo escrito, y también una pequeña crítica a la sociedad actual. Espero que se cuiden mucho, gracias por leerme. ¡Hasta la próxima!
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